Cuando los científicos abrieron la cápsula espacial Hayabusa-2, tras su retorno a la Tierra después de seis años, se quedaron “sin palabras”, al encontrarse tal cantidad de muestras; la misión consistía en recoger polvo de la superficie y materia prístina del asteroide Ryugu, pero no se esperaban tanto.
Hayabusa-2 entró en la atmósfera terrestre hecha una bola de fuego y aterrizó en el desierto australiano. El martes, los responsables de la misión en la agencia espacial japonesa Jaxa, encontraron ya algo de polvo asteroide en el caparazón de la cápsula, pero al abrirla “había tanto que quedé maravillado”, ha dicho Hirotaka Sawada. “No estamos hablando de partículas que forman polvo, sino de fragmentos de varios milímetros incluso”.
Esperan poder comprender mejor el origen del universo e incluso el origen de la vida en la Tierra. Seiichiro Watanabe, científico en el proyecto Hayabusa y profesor de la Universidad de Nagoya, dice que las muestras “contienen mucha materia orgánica” y está deseando investigar el desarrollo de materia orgánica en un lugar tan árido como Ryugu.
La mitad del contenido de las muestras será compartido con otras agencias espaciales, también la NASA. Mientras tanto, la sonda tiene programadas dos misiones más en sendos asteroides.