Como el petróleo, el trigo o el oro, el agua ha comenzado a cotizar en el mercado de futuros de materias primas. Debido a su escasez -provocada por la explotación excesiva que se hace en el sector primario e industrial, el consumo exacerbado y el cambio climático- a partir de ahora su precio fluctuará en el mercado de manera sofisticada. 

El precio del agua se ha duplicado en California en el último año. El índice Nasday Veles California Water, con el ticket NQH2O, está basado en un indicador de precios de los futuros del agua en California y se supone que permitirá gestionar mejor el riesgo futuro, de su escasez futura… Aunque el índice esté basado en los precios de los derechos del agua en las cinco principales cuencas fluviales californianas, podrá ser usado como referente para el resto de mercados del agua del mundo. Agricultores, fondos de inversión y municipios (que nos quieren hacer creer que son lo mismo) podrán protegerse o especular ante los cambios en el precio del agua (nos quieren hacer creer).

Los contratos de futuros son sólo financieros, no es que requieran la entrega de átomos de agua como aval sino que se basa en las expectativas de los principales actores del mercado. Algunos pretenden hacernos creer que estos instrumentos financieros contribuirán a que la gestión de este recurso sea más eficiente cuando se trata de especulación pura y dura sobre el recurso más necesario y sensible para la vida en el planeta

Según la ONU, hay dos mil millones de personas en el mundo que viven en países con problemas de acceso al agua, incluso a la no potable. En los próximos años, hasta dos tercios de la población mundial podría sufrir las consecuencias de la escasez del agua.

En casi todo el mundo, el agua está protegida por ley como bien común de dominio público. Aunque sí se han otorgado derechos de uso mediante concesiones o licencias administrativas (también para realizar vertidos, qué desastre). Son estos derechos de uso lo que se ha empezado a cotizar en bolsa, no el agua en sí. Es algo que ya funcionaba de manera informal con los sistemas de riego, por ejemplo, también en España. Lo dice Gonzalo Delacámara, director de Economía del Agua en el Instituto Idea: “Es posible cederle los derechos de riesgo a un tercero, a cambio de una compensación”. Sin embargo, lo del mercado formal es una novedad. Aunque a los agricultores les pueda interesar intercambiar derechos de uso para disponer de agua con la que regar sus cosechas, entran actores con intereses mucho más espurios: ganar dinero con el agua y convertirla en un activo financiero.

Esta semana, la cotización del Índice Nasdaq Veles California Water está en $486,53 por 1,4 millones de litros.

“Se supone que, como la excelencia se puede llevar al mercado, es un incentivo para que se use de manera eficiente”, argumenta Delcámara. “También garantiza que llegue a donde más se la necesita, consiguiéndosela liquidez en el mercado para financiar (supuestamente) inversiones orientadas a la mejor conservación del recurso”. Este señor asesora a la ONU, al Banco Mundial y a la UE. Pero en la práctica, la especulación con los derechos de uso puede ha llevado al absurdo de que se vendan más derechos que agua disponible.

Pedro Arrojo, economista y relator de la ONU para los derechos humanos de acceso al agua potable y saneamiento se posiciona radicalmente en contra de estos mecanismos financieros porque entran en contradicción con le concepto de administración de un bien público. De repente, alguien hace mucho dinero a base de vender un derecho que el Estado le ha dado gratis”.